Los descubrimientos supusieron el comienzo de una etapa de bonanza comercial y económica que se refleja en el monasterio de los Jerónimos, una obra descomunal por sus dimensiones, entorno y belleza.
Acercándonos a la fachada apreciamos un estilo arquitectónico propio de Portugal, el manuelino, coetaneo con el gótico tardío.
La nave interior es espectacular, con columnas octogonales labradas y bóvedas inervadas.
El claustro es "visita obligada". Es un lugar precioso, lleno de detalles y con una interesante exposición en el interior que compara la evolución histórica a nivel local y mundial, dejando patente la importancia de Portugal en ese período.
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