Viena se muestra como una ciudad apasionada por la música y orgullosa de su aportación a la historia de la misma, en particular de Mozart, aunque naciera en la vecina Saltzburgo.
Una de las principales avenidas está adornada con estrellas de los más insignes músicos clásicos como la que se muestra arriba.
Este "paseo de las estrellas de la música" conduce a la catedral, cuyo tejado destaca sobre el resto de elementos que la componen.
Uno de los monumentos más conocidos de Viena es la Iglesia de San Carlos Borromeo, con sus columnas labradas en las que se representan motivos de la vida del santo.
Y cómo no, resulta obligado probar la "tarta Sacher" en el Hotel que la inventó, algo cara pero, desde luego, recomendable.
Algo que me pareció interesante fue la "reconstrucción" que habían hecho de uno de los episodios más negros del pasado de Austria. En los años posteriores a la II Guerra Mundial los jarnides se convirtieron en huertas, a fin de que la gente pudiera comer. No había lugar para el ocio, la necesidad era más inmediata. Esto lo recuerdan manteniendo huertas junto a parques, como símbolo de lo frágil que puede resultar el "bienestar".
Un interesante paseo que acaba en la plaza del Ayuntamiento, con una buena cerveza y unas vistas inmejorables.
viernes, 29 de febrero de 2008
Viena, capital de la musica
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